lunes, 9 de noviembre de 2009

¡Qué me duermo señores!

El techo poco a poco se está cayendo a pedazos. En un segundo; un ruido y empieza el derrumbe. Los alaridos de las gentes son mudos. El polvo, las lágrimas, la desesperación dejan poco lugar a la nitidez y mucho a la imaginación. Suena un despertador en algún piso del edifico deteriorado, se levanta una vieja preguntando qué ha pasado.
- El edifico se cae, dice un vecino.
- ¡Hay que hacer algo, no podemos seguir aguantando esto todas las noches!, con todo lo que pagamos, dice otro.
- - Es verdad, a mí me cayó un trozo de pared en la cabeza el año pasado, y quedé estúpida. Dijo una joven.
- Tú siempre has sido estúpida, la pared no tiene la culpa, dijo la vieja.

Los vecinos comenzaron a discutir entre sí, echándose la culpa unos a otros, todos hablaban pero nadie se escuchaba. Hasta que derepente sonó a lo lejos una sirena de bomberos.
- ¿qué pasa aquí?, pregunta un bombero.
- El techo se cae un poco todas las noches, no podemos dormir. Yo me levanto muy temprano por la mañana, necesito descansar y hace más de cinco años que sucede el desastre, unas noches más fuertes y otras menos. Dice un abogado de 40 años
- El ruido nos despierta a todos los del edificio, excepto a la vieja del tercero, que duerme como un tronco. Asegura una vecina dueña de casa.
- Es normal que no despierte, estoy cerca de la muerte, un día no despertaré más, creo que será mañana o pasado, a ver si ahí se quejan de mi profundo sueño. Dice la vieja.
- ¡Seguro!, dice otro vecino, ya que cuando los bomberos hacen la lista de los vecinos, siempre falta usted y no podemos volver a la cama hasta que usted despierte y baje, imagínese cómo será cuando no despierte más, ¡no podremos volver a dormir nunca!
- En cambio yo, eternamente, respondió la vieja.

Los bomberos revisaron el lugar, no había más que pequeños trozos de hormigón. En los pisos, todos muy bien decorados y elegantes, habían pequeños agujeros pero nada grave. El jefe de los bomberos hizo firmar un papel al presidente de la comunidad diciendo que estaba todo bien. El presidente firmó.

- Bueno, dice el bombero, no es nada grave, sólo un susto, cualquier incidente que pase nos llaman y estaremos aquí en seguida.
- Muy amable es usted caballero, dice el presidente.

Todos se fueron dormir muy tranquilos a sus camas confiando en la palabra del bombero.

- ¡Qué buen trabajo el de ellos!, siempre que vienen me dejan muy tranquilo, yo pensé en demandar a la empresa dueña del edificio, pero según los bomberos, esto está bien. Dice el presidente.
- ¡Sí!, ¡esto es una maravilla!, dice otro.
- ¡Vamos a dormir!, grita la vieja.

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